domingo, 28 de junio de 2015

¿Podría la ciencia tener un lugar privilegiado?


Por Alma Dzib Goodin
Acabo de leer con especial deleite un artículo en PLOS titulado 10 reglas simples para ganar un premio Nobel escrito por Richard J.  Roberts, quien ganó el Premio Nobel en 1993 por su descubrimiento de los intros  que es una región de ADN que se elimina al momento de la transcripción del ARN en las células eukariontes.

El artículo me hizo pensar en la falta de inversión que existe hacia la ciencia en México, que es un tema que hemos discutido en diversos foros. Los países que más inversión tienen, son los que ganan más premios Nobel además de contar con mayor desarrollo económico y tecnológico.

Así que supongo que me fui a dormir con esas imágenes y como a eso de las 3 de la mañana me golpeó fuertemente una idea (quizá fue un sueño):

¿Qué pasaría si…

Alguien invirtiera en un centro científico, donde las personas pudieran atender conferencias tipo TED Talk pero con científicos de verdad, de esos que trabajan en ciencia básica, y que hablaran lo mismo de las enfermedades de las células, que comúnmente se le llama cáncer o de los distintos tipos de demencias, o de la  depresión. Un lugar al que las personas pudieran llegar y descubrir algo nuevo, y enamorarse de ciertos temas.

Donde cada mes hubiera un festival de ciencia con temas diversos, al que las personas desearan asistir, tipo SXSW que se realiza cada año en Austin Texas, cuya participación es tal que hay que comprar entradas con un año de anticipación.

Un lugar en donde se produjeran documentales, entrevistas, programas de radio con la única excusa de compartir trabajos científicos a la población. ¿por qué hemos de esperar con ansia que otros países nos compartan sus documentales?, ¿por qué no producir algo con calidad superior?.

Pienso en un espacio donde los niños lleguen y puedan sentir, oler, y escuchar la ciencia en espacios llenos de arte, para que sus padres se animen y asistan a conferencias para adultos.

Un espacio tal requeriría de una Revista con la tradición de Scientific American, donde los científicos puedan compartir sus trabajos con el público e intercambiar ideas con otros.

Y para aquellos que no puedan asistir, pues existirían cursos tipo Coursera, con acceso gratuito, porque  cuando se tiene la voluntad todo es posible.

En tal entorno, ¿por qué no tener un Premio científico tan prestigioso como el Nobel o el Príncipe de Asturias?, un premio que reconozca no solo el trabajo científico, sino la pasión y el compromiso social.

¿Qué beneficios tendría un espacio así?

Sin duda beneficiaria a la salud pública, pues cuando las gente está informada sobre su salud, economía, o adelantos científicos en general  toma mejores decisiones.

Se atraería inversión privada para la investigación científica y por ende se haría trabajo en casa, en lugar de que las Universidades como la UNAM forme recursos humanos de alto nivel que encuentran las puertas abiertas en países con alta inversión en ciencia.

Los visitarían los extranjeros, como un espacio único y los científicos serían parte importante del conjunto,  con lo cual se beneficiaria la educación, la economía y sobre todo, los ciudadanos mexicanos.

Si algún día esta propuesta se hace posible, no olvide que  la leyó en este espacio, porque si en México nadie se anima, seguramente otro país lo hará.

Creo firmemente que los sueños se hacen realidad si se trabaja duro en ellos.

Referencia:
Robert, R. (2015) Ten simple rules to win a Nobel Prize. Disponible en: http://journals.plos.org/ploscompbiol/article?id=10.1371/journal.pcbi.1004084

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