Por Alma Dzib Goodin, Kathleen Slovec
Entre 1890 y 1910, el funcionalismo fue el movimiento más importante en la psicología académica anglosajona, y básicamente fue el precursor del conductismo. Esta escuela subraya el estudio de la mente como una parte funcional, esencialmente útil del organismo humano, y fue una consecuencia de la propagación del darwinismo y su doctrina de la supervivencia de los más aptos.
Los creadores definen al funcionalismo como el “estudio de las actividades
mentales desde el punto de vista de su función”, de ahí que
esta corriente insistía en la importancia de técnicas de
medición como las pruebas de inteligencia, y las experiencias controladas para calcular
la capacidad de los animales para aprender y resolver problemas. Sus puntos de vista fueron incorporados a la corriente
general del pensamiento psicológico contemporáneo, sobre todo a la psicología
aplicada y, en concreto en lo relativo a la medición de los procesos
cognitivos, por lo que este tipo de investigación representaba una clara
ruptura con los métodos introspectivos empleados por los primeros psicólogos
del siglo XIX.
Principios fundamentales
En esta corriente de estudio, el objeto recibe una ampliación con respecto a las ideas presentadas
por el estructuralismo, ya que no estudió solo de qué estaba compuesta la mente, sino que también se interesa en
el qué hace, y cómo funciona, por ello
se postulan que:
- La vida humana es un proceso biológico de cambio coordinados y
adaptación continuos, por lo que la conducta es adaptativa e intencional.
- Proclama que la
psicología es una ciencia natural.
- La adaptación es la resolución de los problemas que impiden la
satisfacción de las necesidades orgánicas.
- Los hábitos, la conciencia, las emociones, el aprendizaje y por
asociación, la voluntad, son instrumentos para la adaptación .
- Lo físico y lo psíquico no son dos niveles de acontecimientos
separados, son dos aspectos de la mente.
- Postulan el
pragmatismo como la verdad de toda doctrina científica, ya que ésta se ha de
fundar en aspectos inteligentes, utilitarios y prácticos de la vida, por lo
que el significado y el valor de las
ideas dependen de su verificación en la vida real.
- La mente es personal, cambiante, continua, y selectiva.
Agregan a su propuesta, la
explicación del instinto, que interpretan como una disposición inherente a la
estructura biológica que determina comportamientos. Estos pueden ser cambiados
por el hábito o conducta aprendida y reiterada. Por ende, el razonamiento, se
vincula a la asociación y depende del cerebro, mientras que la
conceptualización implica el análisis, y la selección de la información.
Por otro lado, las emociones las explicaban a partir del cambio
corporal que sigue directamente a la percepción del hecho causal, siendo la
emoción la sensación que aparece posterior a los cambios fisiológicos, por lo
que explican las sensaciones como representaciones
del mundo exterior.
Entre los representantes más destacados de esta
corriente se cuentan los filósofos William James, John Dewey y James, R. Angell.
El
primero enseñó formalmente la doctrina funcionalista y es considerado el
primer psicólogo nacido en Estados Unidos.
A continuación se presentan biografías
de los principales funcionalistas:
Comencemos con William James, quien vivió entre 1842 y 1910. En su juventud estudió química, fisiología, anatomía, biología y medicina, posteriormente aceptó enseñar fisiología en Harvard. En este lugar leyó filosofía en sus ratos libres, encontrando un nexo entre ella y la fisiología, pues desde su punto de vista ambas disciplinas parecían aproximarse en la psicología.
Creó
un laboratorio de psicología en Harvard e inició la escuela de
psicología funcionalista, la cual se centra en el estudio de la mente como una
parte funcional, esencialmente útil, del organismo humano.
Su
abuelo, quien fue un irlandés que llegó a los Estados Unidos a finales del
Siglo XVIII, había acumulado una considerable fortuna, lo que permitió al padre
de William James, el mayor Henry James, dedicar su vida a la literatura y la
especulación teológica, por lo que William y su hermano, el novelista Henry
James, recibieron una larga educación liberal. Durante su niñez estudió tanto
en la escuela, como con profesores particulares en Nueva York y luego en Inglaterra,
Francia, Suiza y Alemania.
Tras un
período de salud precaria, fue nombrado profesor de anatomía y fisiología de
Harvard en 1872, donde impartió clases de psicología y en el año de 1889 conoció a Sigmund Freud y a Carl
Jung, con quienes compartía la pasión por la mente humana. en 1875 inició su
cátedra sobre psicología, y en 1879 una sobre filosofía. Abandonó Harvard en
1907, pues su escasa salud había interrumpido su actividad docente varios años
antes.
En
1884, escribió un artículo en la revista Mind
en el que expuso su teoría sobre las emociones. Dicho artículo fue muy
criticado en su época, sin embargo impulsó diversas investigaciones
relacionadas con el tema.
William
James, entendía las emociones desde una perspectiva biologicista, por lo que definía la emoción como un cambio a nivel corporal,
que se producía después de percibir un estímulo determinado. Para probar esto,
emprendió diversos estudios controlados para poder determinar en que momento se
percibía una emoción y el nivel de impacto fisiológico de ésta.
Una de
las obras más reconocidas de William James es la titulada Principios de Psicología, escrita en 1890. Esta obra es considerada
un clásico dentro de los anales de la psicología, pues fundamenta los
principios que había de regir a esta disciplina.
En 1907 publica otro texto titulado Pragmatismo, que es una obra de filosofía pragmática, en donde
define un nuevo
concepto, aunque para algunos estudiosos era un antiguo modo de pensar. En dicho texto expresa que el pragmatismo es un método para apaciguar las disputas metafísicas
que de otro modo serían interminables. Ante ello, plantea distintas preguntas
como ¿el mundo es univoco o múltiple?, ¿libre o determinado?, ¿material o
espiritual?
Ante esto plantea el método pragmático, que define
como útil en tales casos con el fin de tratar de interpretar cada noción,
trazando sus respectivas consecuencias prácticas. ¿Qué diferencia de orden
práctico supondría para cualquiera de las nociones fuera cierta en vez de su
contraria? Si no puede trazarse una diferencia práctica, entonces las
alternativas significan prácticamente la misma cosa y toda disputa es vana. Ante
ello, James tiene cuidado de definir el pragmatismo como un método. Por tanto,
su libro no conduce a ningún resultado concreto, sino que es un modo de
enfrentarse al mundo.
Al preparar sus clases y sus libros, James estudió los escritos estructuralistas a fondo y no dudo en consideró que había un error en el enfoque de Wilhelm Wundt y de Edward Titchener, llegando a la conclusión de que los partículas de la experiencia (las sensaciones puras sin asociaciones) simplemente no existían. Nuestra mente teje sin cesar asociaciones, revisa experiencias, comienza, se detiene, pasa de una cosa a otra en el tiempo, por lo que James opinaba que la conciencia es un fluir continuo. Las percepciones y asociaciones, las sensaciones y emociones, no pueden separarse, pues cuando observamos un plátano, vemos un plátano y no un objeto largo y amarillo.
Ante
esto, sin dejar de concentrarse en la experiencia común, James emprendió el
estudio de los hábitos, y explica que no
tenemos que pensar en la manera de levantarnos por la mañana, de vestirnos, de
abrir la puerta o de caminar por ella. Por ello, James sostuvo que cuando se
repite algo varias veces, el sistema nervioso cambia de modo que cuando la
siguiente vez se realiza la misma acción, ésta se automatiza.
Éste
era el nexo que le hacía falta para explicar toda su teoría sobre la
existencia, pues por ser un biólogo,
creyó firmemente que toda actividad (desde el latido cardiaco hasta la
percepción de un objeto) es funcional. Si no fuéramos capaces de reconocer un
plátano, tendríamos que pensar qué es cada vez que lo viéramos. Así pues, las
asociaciones mentales no permiten aprovechar la experiencia previa y crear
conceptos del mundo.
Con
esta intuición, James llegó a la teoría
funcionalista de la vida mental y del comportamiento, la cual no sólo se
ocupa del aprendizaje y la sensación o percepción, sino sobre todo, de cómo un
organismo se sirve del aprendizaje y de sus capacidades preceptúales para vivir
en su ambiente. James defendió asimismo el valor de la introspección subjetiva,
la cual no requería de un adiestramiento específico, e insistió en que la
psicología debería centrarse en las experiencias comunes de la vida real.
Parte de su legado científico consiste también en asociar todos
los fenómenos mentales al plano físico
explicando que la sensación porque corresponde al proceso nervioso más
inmediato, ya que la percepción corresponde a los procesos sensoriales, y
estaba convencido de que las creencia y el razonamiento concluían con la
elaboración posterior del proceso mental, ya que este no podía darse de
inmediato. Por ello explicaba que estudiar los fenómenos de la vida psíquica
significa estudiar la conciencia tal como se da en la experiencia real e
inmediata.
Las características principales de sus postulados se pueden
resumen en:
- La oposición del funcionalismo ante el estructuralismo como
explicación de la realidad.
- Destacar el para qué de la mente y la función de la misma en contraste con que por qué de la mente.
- Enfatiza los aspectos prácticos de la ciencia y de la psicología en particular, haciendo de lado la investigación básica y buscando la aplicabilidad de las ideas.
- Plantea un marco de referencia biológico y evolutivo, nunca negó la influencia de Darwin en la formación de sus postulados, estaba convencido que el aprendizaje permitía modular las conexiones cerebrales, y éstas se adaptan para lograr mejores ejecuciones de las tareas conforme éstas se realizaban más frecuentemente.
- Diversifica los sujetos de
estudio, métodos y procesos psicológicos descubiertos hasta ese entonces, por
medio de métodos de investigación que superaron a la introspección analítica. Gracias
a esta propuesta se comienzan a desarrollar cuestionarios, pruebas mentales,
descripciones ambientales como instrumentos de investigación.
Otro representante destacado de esta postura fue John Dewey quién
nació en Burlington, Estados Unidos en 1859. Fue
Filósofo y miembro destacado de la Escuela de Chicago, quien
se destacó en algunas de las entonces nacientes disciplinas
humanístico-científicas, como la
psicología, y sobre todo en la pedagogía, en cuyo campo llevó a cabo una
importante renovación de conceptos, y en el que obtuvo mayor fama en su tiempo.
Se le considera el fundador de la llamada escuela activa y propuso la sustitución del alumno pasivo y de la técnica de la
memorización por el fomento de las iniciativas y la integración del aprendizaje
en un proceso activo y cooperativo.
Las influencias de Dewey explican bien el carácter
interdisciplinar de su obra, ya que era un asiduo lector de Georg
Wilhelm Friedrich Hegel, de quién toma el monismo
como principio básico de la explicación de una noción de realidad unitaria en
la cual las oposiciones se producen en un segundo momento; mientras que de William
James, aprendió la exigencia de multiplicar y diversificar los métodos de
conocimiento, a fin de propiciar una reforma que permitiera conocer mejor la
realidad; del darwinismo, adoptó las nociones básicas de evolución y adaptación
al entorno que permiten que el aprendizaje tenga como principio básico la
adaptación al medio; finalmente, con Charles Sanders Peirce y George Hebert Mead
comparte el patrimonio común del funcionalismo y la idea de una razón
instrumental.
Dewey gozó del reconocimiento académico por su labor, y en 1899
fue elegido presidente de la American Psychological Association, y de la
American Philosophical Association en 1905. Esto le brindó la posibilidad de
divulgar ampliamente su obra en los círculos académicos de todo el mundo, hasta
el punto de que llegó a impartir clases en Japón, China y en la Unión Soviética
entre los años de 1919 a 1921.
Dewey entiende que la experiencia la conforman el componente
subjetivo (humano) y el objetivo (la naturaleza) y pensaba que en la medida en
que el hombre se encuentra inscrito en el mundo, éste lo condiciona hasta el
punto de que mundo y hombre constituyen un todo orgánico. Éste es una forma de
experiencia más, pero propone otras como el ser
y el tener.
Un hombre, por ejemplo, puede dudar de cuál es la enfermedad que
le aqueja, aun cuando le provoca la
serie de molestias que padece, pero de lo que no duda nadie es de las molestias
que sufre, pese a que ignore su causa y la relación que entre ellas exista.
Por ello, en oposición a la experiencia estrictamente positivista
(medible) del empirismo, Dewey propone que la experiencia queda expuesta al
error y a la incertidumbre, por lo que deja al conocimiento en una situación de
precaria. Con ello, neutraliza la divinización histórica del conocimiento y
evita que éste, acabe ahogando al hombre en la estrechez de su parcialidad,
elevada al absoluto.
Sin embargo, esta operación sirve precisamente para ubicar el
conocimiento en su justo lugar, por ello explica: “existen dos dimensiones de
las cosas experimentadas: una es la de tenerlas
y la otra la de conocerlas para apoyarse
de un modo más significativo y seguro”.
Así, el valor del
conocimiento se cifra en su carácter instrumental. No se trata de reducir el
mundo a la certeza absoluta, tal como pretendía Descartes, sino de aun cuando
subyazca la precariedad constitutiva de la experiencia incierta y oscura, ésta sirva
a los hombres tanto como sea posible. Es por ello que Dewey aboga por la noción
de progreso en la medida en que el conocimiento puede servir para transformar
la realidad en beneficio del hombre. Pero, por lo mismo, la utilidad de un
conocimiento funciona como su concepto regulador, mismo que es válido mientras
sirva para operar en el mundo con miras a hacer la realidad más conforme a los
fines humanos.
Definió por ende, la distinción entre el estímulo y la
respuesta, la cual no se basa en diferencias efectivas de la realidad sino que
son dos caras diferentes del mismo proceso (arco reflejo). No hay separación
entre las distintas actividades del organismo, ya que cuando un acto revela
unidad e integridad, es funcional para el organismo.
Para Dewey la
experiencia no es reducible ni a los datos de los sentidos, ni al conocimiento, entendido éste como algo puramente externo o interno, pues lo define como un proceso y no de un
contenido, por ello lo comprende como un medio de interacción con el mundo.
En este sentido la experiencia es un resultado de esta interacción
entre el organismo y el medio ambiente, y un resultado complejo, y no sencillo;
por lo que la experiencia es tanto lo que el individuo o la sociedad hacen con
el mundo, como los efectos de la acción. La fuerza motora de la experiencia es
la adaptación incompleta entre el individuo y el medio.
Ante esto, John Dewey
definió que la experiencia debe ser entendida en relación con un sujeto
viviente, orientado hacia el futuro y comprometido
con el sustento de la vida, en un contexto natural histórico y cultural
específico, por ello fundó la psicología educacional y escolar,
lo cual cambió profundamente el sistema de enseñanza americano, con la idea de que
lo importante eran las necesidades de los estudiantes y no tanto los contenidos
de las materias.
Propuso que los fines educativos deben fundarse en las actividades
y necesidades intrínsecas del alumno. Un fin pragmático debe poder traducirse
en un método de cooperar con las actividades de los alumnos y debe sugerir el
ambiente necesitado para liberar y organizar sus capacidades; por ello propone
que el alumno tenga experiencia directa en la que esté interesado, ya que el estudiante
requiere que se plantee un problema auténtico dentro de esa situación para
estimular su pensamiento, y con ello que posea información y haga
observaciones, para que las soluciones que se le ocurran a él y se haga
responsable de desarrollarlas de un modo ordenado, y con ello tenga oportunidad
para comprobar sus ideas por sus aplicaciones.
Para este autor, la escuela debe considerarse, como una
institución social, por lo que Dewey
confirma que la única educación verdadera, se realiza estimulando la capacidad
del niño, por las exigencias de las situaciones sociales en que se encuentra.
Proponía el aprendizaje a través de diferentes actividades menos
centradas en los contenidos curriculares establecidos y se oponían a los
métodos autoritarios que eran usuales en los colegios de la época.
Criticó duramente la
educación norteamericana que enfatizaba tanto la diversión relajada de los
estudiantes, como el mantenerles entretenidos sin más, así como la orientación
exclusiva hacia el mundo profesional.
Otro representante importante del funcionalismo es James
Rowland Angell (1869-1949) quien fue un Psicólogo Norteamericano graduado
en 1890 en la Universidad de Michigan, donde su primer contacto con la psicología
fue en los cursos con John Dewey.
Con el apoyo de John Dewey,
se quedó en Michigan para completar su maestría en 1891. Durante ese año leyó
con gran entusiasmo el libro de William James Principios de psicología y decidió, bajo la recomendación de Dewey,
continuar sus estudios con James y Josiah Royce en Harvard. Mientras estuvo
ahí, condujo estudios experimentales en el laboratorio que había sido
establecido por James. También asistió a James en la colección de material
documental para la American Society for Psychical Research.
En 1892, decidió que sería mas interesante seguir estudiando.
Luego de ver que el laboratorio de Wilhelm Wundt en Leipzig no podía recibir más estudiantes,
se fue a Berlín para tomar clases de filosofía con Friedrich Paulsen y Wilhelm
Dilthey, y de psicología con Hermann Ebbinghaus.
En la primavera de 1893 se muda a Halle para estudiar filosofía
con Hans Vaihinger y psicología con Benno Erdmann. Con Vaihinger escribe un
texto sobre el concepto Kantiano de la libertad, pero en el otoño de 1893,
antes de ser finalmente aceptado, sucumbe a la oferta de un trabajo en la
Universidad de Minnesota, para enseñar filosofía y psicología.
La estancia de Angell en la Universidad de Minnesota fue breve, ya
que John Dewey comenzó a trabajar en la Universidad de Chicago como Jefe del
Departamento de Filosofía e invitó a Angell a reunirse con él por lo que
trabajó en 1894, y se hizo cargo del laboratorio y los cursos de psicología.
Fue nombrado
Director de psicología cuando el programa se convirtió en un departamento
separado de Filosofía, en 1904. Esto marcó el principio de un cambio en la
carrera de Angell hacia la administración. Se convirtió en Decano del Senior
College en 1908, Decano de las Facultades en 1911 y en Presidente de la
Universidad durante 1918 y 1919.
Fuera de la universidad, durante 1917, Angell colaboraba con el
Comité General Adjunto para la Clasificación de Personal en tiempo de guerra,
desarrollando recursos para la integración de programas de entrenamiento militar
y civil. Durante 1920 recibió una invitación para ser Presidente de la
Corporación Carnegie, cuya aceptación marcó su salida final de la Universidad
de Chicago.
Regreso a la vida universitaria en 1921, con la oferta de la
presidencia de la Universidad de Yale, que Angell aceptó y en la que permaneció
hasta su retiro en 1937. En 1924 él fue un personaje importante para el
establecimiento de un Instituto de Psicología, dedicado a la integración de la
investigación en campos de la psicología, biología y antropología. Subsecuentemente, la Escuela de Medicina
fortaleció su campo de psiquiatría. Esto incluía un compromiso con Arnold
Gesell y el establecimiento de la Clínica de Desarrollo Infantil. Bajo el
liderazgo de Angell y luego de años de planificación, el Instituto y la Clínica
se unieron para constituir un Instituto más grande llamado de Relaciones Humanas, dedicado a la
investigación en psicología, la biología de primates, la psiquiatría clínica,
el desarrollo infantil y la ciencia social.
Para ese entonces, Edward Titchener había introducido la
distinción entre psicología estructural
y funcional, por lo que en 1898
defendió a la primera como la única posible de llegar a ser una verdadera
psicología científica. Fue Angell quien tomó el reto, defendiendo y
profundizando la psicología funcional durante su alocución como presidente de
la American Psychological Association en 1906. Este se convirtió en el
documento fundador y el manifiesto de lo que vino en llamarse como Funcionalismo Americano y que ha caracterizado
a la mayor parte de la psicología norteamericana desde ese entonces.
Angell describíó entonces tres concepciones de psicología
funcional que convergían para dar forma al funcionalismo más amplio que se
caracteriza como:
1. Una psicología de las operaciones mentales, en contraste a una psicología de elementos mentales.
2. Una psicología que consideraba a la mente como elemento mediador
entre el mundo externo y las necesidades del organismo.
3. Una psicología psicofísica que insistía en el significado esencial
de la relación mente-cuerpo para el entendimiento de la vida mental.
La psicología funcional de Angell, pone énfasis en la conducta
adaptativa y el contexto biológico, y se identificaba fuertemente con la teoría
evolutiva de Darwin. Por ejemplo, la teoría de Angell sobre la formación de
hábitos era una adaptación de las doctrinas de Darwin sobre la selección natural
y la inteligencia temporal
relacionadas con las experiencias individuales.
En este sentido, los primeros estadios de la formación de hábitos
se caracterizaban por una práctica extensa, de la que gradualmente se
eliminaban los movimientos inútiles y se seleccionaban los útiles. En este
sentido, la conciencia era necesaria sobretodo en las etapas tempranas de la adquisición,
en las que había más inseguridad y menos coordinación. Conforme se logra la
perfección, habiendo cumplido la conciencia su función, ésta se retira
permitiendo una función plenamente automática.
El tamaño de la influencia de este pensador queda marcado por la
gran cantidad de sus alumnos que hicieron carreras distinguidas, incluyendo
cinco de los cuales llegaron a ser presidentes de la American Psychological
Association.
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