martes, 7 de mayo de 2013

Motivación para aprender: ¡Si se puede!

Una pregunta común es ¿qué hace la diferencia entre alumnos que aprenden y alumnos que para los maestros y los padres, simplemente no pueden aprender?. Hace poco en una consulta profesional alguién me pidió apoyo para un niño que “no sabe nada”. Aún cuando esas palabras no estaban dirigidas a mi, no pude más que sentir la enorme presión que ese niño debe tener con esa etiqueta sobre sus hombros.

No hay niño que no sepa cosas, no hay cerebros vacios. Lo que si hay son presiones sociales por que se aprenda a un ritmo y bajo condiciones que a veces no son compatibles con las necesidades del educando. Atendí la consulta y le sorprendió a esta profesional de la psicología el mundo que hay detrás de un niño que solo escucha una y otra vez: ¡no puedes!.

Estoy convencida de que todos somos capaces de aprender, es por eso que cuando diseño intervenciones educativas el primer paso es cambiar la actitud del No es posible, por una que diga: ¡Si se puede!.

Leí una vez que la diferencia entre la psicológia rusa y la psicología de otros países es que los rusos no miran lo que es un niño, sino lo que puede llegar a ser,  y no es dificil observar esa diferencia cultural pues tanto en México como en los Estados Unidos me encuentro  que cuando alguien dice: mi hijo es sordo, o mi hijo tiene retraso mental, la cara de la gente cambia, su voz se vuelve sorda y suave y surge del fondo de su corazón la expresión: ¡pobrecito!.

En cambio los rusos van a ver que es lo que ese niño sordo o con retraso mental va a ser capaz de lograr, por que es capaz de aprender, aunque con estrategias y con atención distintas. Y es que al cerebro le gustan los retos. No había reparado en ello, hasta que un día abrí un libro que mi esposo consulta continuamente, y el autor comienza diciendo: “mi palabra favorita en inglés es cómo” y si pensamos un momento, todo el tiempo estamos pensando en cómo hacer eso, cómo se nos ve aquello, cómo voy a hacer eso, cómo será el mes que viene, cómo.

Y esta palabra  está de manera automatizada en nuestras mentes, hay que compartir eso con los niños ¿cómo hiciste eso?, ¿cómo le harias para…?, pues abre la puerta a un área llamada metacognición que permite analizar los pasos realizados para llevar a cabo una tarea.

El problema que tenemos los adultos, es que hemos automatizado tanto las tareas cotidianas que pensamos que son fáciles y cuando la persona que está a nuestro lado, no puede realizar algo cómo nosotros creemos que es lo correcto hay dos posibles respuestas:  o decimos que es tonto y no puede o, lo hacemos nosotros mismos, haciendo sentir al otro que no es capaz de hacer eso que para nosotros es fácil.

Pero siempre que pido a un maestro o a un psicologo decirme la cadena de pasos para hacer algo simple y cotidiano como… lavarse los dientes, tiende a decir tres pasos: tomo el cepillo de dientes, pongo pasta sobre las cerdas y me cepillo… bueno, para un niño esto no es informativo. ¿quizá el niño no tenga la menor idea de que es un cepillo de dientes?, ¿pasta de dientes?.

Es entonces que me surge la idea de las micro tareas, acciones pequeñas pero concretas que llevan a la meta. Pénsemoslo en este sentido, es un diseño estructurado para llevar a cabo una acción. En lugar de decirle al niño con voz firme y convencida, que se mezcla con una cara seria: HAZ LA TAREA, palabras que suenan a regaño, y horas de aburrimiento, se sugiere hacer una plan de acción: ¿qué es lo que tienes que hacer de tarea?, ¿qué necesitas para hacer la tarea?, ¿qué apoyos te hacen falta?, ¿qué materiales necesitas?, ¿dónde los consigues?.

Por ejemplo hacer una suma, no es solo juntar números, es comprender el grado de dificultad de la tarea, esto se hace antes de comenzar a sumar, luego separar unidades, decenas y centenas, hacer las operaciones para cada una y finalmente cotejar el resultado. Cuando la suma no está bien hecha, no implica que el niño no sabe sumar, sino que alguno de los pasos de la tarea, puede tener un error. De ser así, se le pide al niño que revise cual paso es el incorrecto, con frases como: “tal vez un número quedó perdido por ahí” o bien, "todo está bien, excepto un pequeño detalle”. Eso le enseña al niño a auto corregir su ejecución.

El otro aspecto es que la motivación va de la mano de la autoestima. No hay situación más triste que ver a un niño que se ha puesto la etiqueta de No puedo. Quiza no puede hacerlo como lo hace un adulto, ¿tal vez sus manos sean más pequeñas?, ¿tal ves sea menos rápido?, ¿tal vez no sepa los requerimientos de la tarea?.

Es por eso que no creo que haya niños que no sepan nada o que no puedan aprender, más bien, habemos adultos que no sabemos explicarles  cómo hacer las cosas y la forma en que lo hacemos lastima a los niños, diciendo: no puedes, no sabes, no es posible que seas tan tonto.

Pero, no piense que el remedio es ir al otro extremo y decir todo el tiempo que el niño es increiblemente inteligente,   ya que más de tres décadas de investigación indican  que sobre estimar esas conductas que creemos que son inteligentes en los niños, los deja vulnerables ante el fracaso, temerosos ante los retos y el aprendizaje.

Es por eso que se sugiere centrarse en el esfuerzo realizado ante la tarea, más que en la inteligencia o el talento. No se percibe del mismo modo una frase como: ¿Qué te hace falta para hacerlo mejor?, o “yo creo que fue un gran esfuerzo, pero quizá un eslabón en la cadena de tareas este equivocado”, a “eres un tonto”.

Piense en la realización de tareas como un equipo de trabajo. Un equipo tiene todo tipo de formas de resolver un mismo problema. Algunos comprende todo el procedimiento, pero se especializan en algún aspecto. Mi ejemplo favorito es un equipo de beisbol.  Quien es un buen pitcher, usualmente no es un buen robador de bases, o el catcher, usualmente no hace un buen trabajo en tercera base.

Bien, un buen equipo de trabajo requiere que todos los miembros conozcan y comprendan la tarea a realizar, y sobre todo aceptar que puede haber diferencias, pero nunca puede haber falta de respeto. Y es que una buena relación entre el niño y el apoyo, ya sea maestro, padre de familia o par, ayuda al equipo a hacer un mejor uso de la experiencia y a crear una buena cohesión de grupo.

En este sentido, cabe señalar que la motivación se relaciona con la memoria. El estudiante no recuerda que fue lo que hizo mal para que lo ridiculizaran o sus ideas no fueran bien recibidas, lo único que va a recordar es que no lo hizo bien.

Por ello, los expertos sugieren establecer metas claras en la realización de tareas, sea la lectura de un cuento o un trabajo de ciencia, resolver los tropiezos cuando se van presentando, brindar suficiente retroalimentación y permitir que el estudiante quiera saber más.

Finalmente, añado otro ingrediente, que son los esterotipos.  Y es que las fallas en la ejecución, no necesariamente se deben a la falta de habilidad sino a reflejos sociales, a veces de los mismos padres o maestros, por ejemplo en el tema de las matemáticas, es fácil hacer el comentario: “no espero que sean matemático o físico, yo nunca entendí esas asignaturas”.

Esto porque  los estereotipos pueden desmotivar a los alumnos a seguir sus sueños, por ejemplo: las mujeres no son buenas conductoras de autos, o algunos grupos migrantes son aptos para tareas específicas o bien, los intelectuales tienen ciertos rasgos faciales. Trabajar en contra de los estereotipos culturales no es tarea fácil pero puede darse un paso a la vez.

La motivación en el aprendizaje no requiere grandes esfuerzos, es una sonrisa, un “que bien lo hiciste”, es una pregunta; ¿qué se siente haber completado la tarea con éxito?, ¿me enseñas a hacer eso?, ¿cómo lo hiciste?. Es brindar la confianza al estudiante de que su actuación es observada sin ser juzgada.

Poco a poco se pasa de la motivación extrinseca, es decir la que brindan las personas alrededor, a la motivación intrinseca, que es la automotivación, con frases como: ”que bien me quedó esto”, “soy muy bueno en esto”, “yo puedo”. Cuanto más automotivado esté un estudiante, mayor será su nivel de compromiso a las tareas, y al mismo tiempo, su tolerancia a la frustración será mayor.

Lo explique bien ¿verdad?

Referencias

Berkun, S. (2008) Making things happen: Mastering project management. O´Reilly. USA.

Dweck, CS. (2007) The secret to raising smart kids. Scientific American Mind. 18 (6) 36-43.

Dzib Goodin, A. (2011) La búsqueda del talento: el santo grial.  Disponible en red: http://neurocognicionyaprendizaje.blogspot.com/2011/12/la-busqueda-del-talento-el-santo-grial.html.

Haslam, SA., Salvatore, J., Kessler, T. and Reichner, SD. (2008) The social psychology of success. Scientific American Mind. 19 (2) 24-31.

Kozlowski, SWJ. and Ilgen, DR. (2007) The science of team success. Scientific American Mind. 18 (3) 54-61.

Sinclair, RC. and  Mark, MM. (1995) The effects of mood state on judgemental accuracy: processing strategy as a mechanism. Cognition & Emotion. 9 (5) 417-438.

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