Grandes
cosas suceden cuando se juntan las personas, por ejemplo, hacen música
increíble que solo puede resonar en una sala de concierto cuando varias voces y
músicos se unen, la multitud se puede emocionar cuando su equipo favorito gana
un campeonato o bien cuando un director, un escritor y un actor ponen en el
mismo canal sus ideas.
La
socialización es un proceso que comienza en el momento en que el bebé mira a
otro o le presta atención. Ha sido un proceso evolutivamente desarrollado con
el fin de que los seres humanos se cuiden y procuren entre si, y alcancen el
aprendizaje como especie.
Tal
vez sea por ello el trabajo en grupo, es
una estrategia empleada en el ámbito escolar. Las estrategias han recibido
diferentes nombres dependiendo del cómo se lleven a cabo: andamiaje, trabajo
colaborativo, trabajo en grupo, aprendizaje socializado, aprendizaje social,
cada concepto recibe atención distinta desde perspectivas teóricas
particulares, pero la pregunta que me surge es: si lo que se aprende en el
salón de clase es un proceso personalizado, es decir, no importa cuanto sepa el
líder del grupo de trabajo, sino lo que cada uno pueda hacer ¿por qué se insiste
en el trabajo colaborativo?.
Una
de las principales razones es que se comparte el aprendizaje y la comprensión, lo
que uno no entendió, otro compañero lo puede explicar, por lo que se le llama
aprendizaje por pares. Diversas investigaciones muestran que a veces los niños
comprenden más los conceptos cuando los niños comparten un lenguaje común.
Cuando
varias mentes trabajan juntas, se logra una mente colectiva, buscando un mismo
objetivo, se desarrollan formas de comunicación sin palabras. Amigos que han
trabajado juntos por muchos años, saben
lo que hace falta, saben dar la mano cuando uno de los colaboradores no pueden
cumplir las metas y por supuesto, se vuelven cómplices en la elaboración de
trabajos y se conocen entre si más allá del ámbito escolar.
Sin
embargo, mientras que para muchos es divertido poder compartir el trabajo, para
otros se vuelve un dolor de cabeza. En los equipos siempre va a existir la
distribución del trabajo y esta solo puede ser de dos maneras inequitativa o
equitativa.
Cuando
el trabajo es equitativo, y todos buscan la misma meta, solo en la ejecución de
tareas, sino en el aprendizaje, el trabajo obtiene una distribución cognitiva,
es decir, todos aprenden algo que antes no sabían y lo ejecutan con la misma
calidad. El mejor ejemplo son los grupos de baile sincronizado. Un buen grupo
no tendrá a alguien que lo haga mejor. Todos los miembros ejecutan con la misma
maestría cada uno de los pasos.
Un
trabajo inequitativo puede ser una carga emocional y cognitiva, pues quien
tenga mejores habilidades puedes ver frenado su impulso. Puedo recordar equipos
donde un líder distribuía el trabajo y un día antes de entregar el trabajo,
terminaba escribiendo todo y anotando los nombres de personas que no conocía,
pero evitaba un problema y obtenía mi calificación, que al final, a veces es lo
más importante.
Pero
este es un punto donde deseo detenerme. El trabajo en grupo brinda, la mayoría
de las veces una calificación individual, con un aprendizaje que solo puede ser
personal. Nadie más puede aprender lo que yo debo aprender, es como enviar a
alguien más dar sangre para que el doctor sepa si tengo alguna enfermedad.
Es
ahí donde las estrategias colaborativas pierden mucho de su magia. Mientras que
se trabaja en grupo, se colabora con pares, y se busca que todos aprendan de la
lluvia de ideas y estilos de resolución de problemas de los compañeros, la
evaluación, vista como examen o asignación de calificación, es individual. Es
por ello que para muchos es posible tomar el trabajo de otros como medio de
obtener beneficios.
Bajo este orincipio surge los entornos personales de aprendizaje basados en la informaciòn disponible en internet bajo la idea de que no importa tener el conocimiento, pues finalmente la memoria es finita y los procesos cognitivos dependen de la economía cognitiva, sino en dón se encuentra la información y quien puede tenerla, por lo que las redes sociales se vuelven laboratorios de aprendizaje.
Lo
que cada uno aprende, se convierte en el bagaje personal. Lo que otro sabe no
es importante, a menos que se comparta. Es ahí donde la educación debe tener
una línea clara entre el trabajo colaborativo y el aprendizaje. Se aprende de los otros, pero el proceso
final de aprendizaje es personal. La misma respuesta se puede lograr desde
diversas formas de abordaje del problema.
Lo
que es cierto, es que lo que no ve uno, otro lo hará; lo que uno no sabe, habrá
quien lo desarrolle al máximo, por eso es tan importante el trabajo conjunto y
ha de buscarse una forma de evaluar el trabajo en equipo, no solo el producto,
sino el proceso.
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