lunes, 17 de marzo de 2014

Trastornos de la conducta alimenticia


Por Linda Sanders & Alma Dzib Goodin

Los trastornos de la conducta alimentaria engloban a diversas enfermedades crónicas y progresivas que consisten en una gama de síntomas en los que prevalece una distorsión de la auto imagen corporal, un gran temor a subir de peso y la manifestación sobre los valores estéticos personales.

Generalmente se relaciona a éstos trastornos con la bulimia y la anorexia nerviosa las cuales se estima que se presentan en 10 mujeres por cada hombre y en promedio se inician entre los 14 y los 20 años de edad.

Su historia se remonta al siglo XIX, ya que en 1874 William Gull describió en la Real Academia de Medicina londinense, un curioso trastorno al que denominó Anorexia Nerviosa, presentando a una serie de pacientes a las que había tratado con éxito debido a trastornos en sus hábitos alimenticios. Un mes después, en París, Charles Lasègue hacía lo propio bautizando el trastorno en cuestión como anorexia histérica, calificativo que ya empezaba a constituirse en la tradición francesa; de esta forma se introdujo en la escena médica el más conocido y alarmante de los trastornos de la conducta alimentaria.

Por otro lado, el término bulimia aparece a finales del siglo XVIII en el Diccionario Médico de Londres que lo describe como un trastorno en el que existe una preocupación por la comida, con periodos alternantes de ingesta desmesurada y de ayuno.

Existen informes que evidencian que ya desde el siglo XIX había personas que se provocaban el vómito, después de comer en forma excesiva, pero no fue sino hasta 1940 que este trastorno se consideró un síndrome y en 1980 la Sociedad Americana de Psiquiatría incluyó la bulimia en el manual de psiquiatría como una enfermedad diferente a la anorexia.

Sin embargo, actualmente se agregan otros trastornos a la lista de los trastornos alimenticios, entre los que se encuentran la vigorexia que se caracteriza por la preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal, que puede presentar dos manifestaciones: la extrema actividad del deporte o, la ingesta compulsiva para subir de peso ante la percepción de estar aún demasiado delgado. En este caso, los hombres son los principales afectados, aunque también  se presenta en  las mujeres.

Por otra parte, se encuentra la Megarexia es un trastorno opuesto a la anorexia nerviosa, pues se describe como personas obesas que se miran al espejo y ser ven muy delgadas, por lo que tienden a consumir comida basura (especialmente de calorías vacías). Ellos se perciben sanos, sin embargo son personas obesas que se ven delgadas a causa de la distorsión de la percepción que caracteriza a los trastornos alimentarios, por lo que se les puede definir como obesos desnutridos por falta de nutrientes esenciales en su alimentación, lo que lleva a considerarse una grave enfermedad.

A la lista de trastornos se agrega la ortorexia nerviosa que es un trastorno en el cual la persona come alimentos que ella considera saludables, pero hay que agregar obsesivamente sanos, por lo que tienden a evitar  alimentos que tienen conservadores o aditivos, pues se les considera alimentos peligrosos.

 La Organización Mundial de la Salud estima que afecta al 28% de la población en los países occidentales y los más afectados pueden ser los adolescentes y las mujeres.

Se comienza limitando algunos alimentos, entre los que se encuentran la carne roja, huevos, azúcares, lácteos y grasas hasta que comienza a sentirse obsesión por la carga nutrimental de los alimentos, por lo que se pierde el placer de comer y se sustituye por una obsesión por la calidad de los alimentos.

Otro trastorno alimenticio es conocido como pica y se refiere a la  ingestión de alimentos no comestibles, como papel, pegamento, cabellos o uñas.

Es posible observarlo mayormente  en niños pequeños que en adultos y se estima que entre el 10 y el 32% de los niños pueden tener un deseo incontrolable de comer cosas extrañas, pero se puede encontrar también en mujeres embarazadas por lo que se piensa que la ingesta de objetos puede ser la búsqueda de una compensación vitamínica.

Los objetos y sustancias que pueden convertirse en irresistibles para comer o lamer, se encuentran la tierra, las piedras, la tiza, los mocos,  la sangre, el almidón, el pegamento, las cenizas de cigarro, el papel e incluso las heces.

Así que mientras unos comen poco, otros sufren de hiperfagia que significa  exceso de comida. Los pacientes pueden  llegar a consumir grandes cantidades de alimentos después de haberse alimentado adecuadamente. Los episodios pueden ser esporádicos o persistentes.

En ocasiones, este trastorno puede ser socialmente promovido bajo la idea de que comer es un placer. Cuando la persona no logra controlar su ingesta, puede llegar a sufrir obesidad y diversos enfermedades metabólicas, entre las que se encuentra la hiperglucemia, cuyos pacientes pueden llegar a padecer a su vez la diabulimia, que es un encuentro entre la bulimia y la diabetes, ya que el enfermo de bulimia, también diabético, manipula las dosis de insulina que debe inyectarse, para adelgazar o compensar los atracones. Aparte de las complicaciones de la bulimia, se añaden la mediano plazo, la falta de inyecciones de insulina correspondientes.

Existen otros posibles trastornos, a los que debe atenderse en cuanto éstos comienzan a minar la salud de las personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario