martes, 5 de marzo de 2013

Conociendo las tareas


Un tema explorado por la investigación psicológica es el tema de la metacognición. El punto central de este concepto, es que el aprendizaje s puede ser un proceso consciente analizando cada paso que uno mismo realiza durante la ejecución  de una tarea.

El desarrollo de la metacognición, ha sido tema de controversia, ya que algunos autores dicen que es posible  adquirir el proceso través del aprendizaje observacional, pues los niños miran como otros realizan tareas y van creando una lista de pasos a seguir, mientras que otros investigadores piensan que está ha de enseñarse de manera clara y metódica.

Lo cierto es que cada uno desarrolla formas de recordar los pasos necesarios para la ejecución de una acción. Por ejemplo, ¿cuáles son los pasos para manejar un auto?. Al principio quizá haga falta que alguien explique pasos pequeños y detallados y conforme se va creando una automatización de la misma, es posible que la lista de pasos a seguir se acorte.

Entre más se experto se es para la ejecución de una tarea, menos pasos son consientes, debido a que la tarea se automatiza y no es necesario pensar en cada pequeño detalle. Es por eso que Robert Brault escribió alguna vez: “El maestro promedio explica la complejidad, el maestro que es genio revela la simplicidad”.

En el caso de los niños, usualmente no se toma en cuenta como éste asume la tarea, ya que DEBE hacerla, pero la percepción que se tenga de ella será la diferencia entre una buena o una excelente ejecución.
La diferencia consiste en reconocer los pasos a seguir, se hace un repaso mental de la ejecución y se asume con confianza lo que se ha de hacer, los resultados no son solo distinto en términos de calidad, sino la autoconfianza del niño se refuerza y el valor de la tarea aumenta.

Los pasos para llevar a cabo dicho proceso son simples y solo requiere hacer preguntas ante  cada uno de los pasos:

-          ¿Cuál es la tarea que ha de ejecutar?: ¿es algo que sabe hacer?, ¿es algo que nunca antes ha realizado?, ¿necesita ayuda? ¿qué tipo de ayuda requiere?.

-          ¿Cómo se siente ante la tarea?: ¿es algo sencillo?, ¿es algo que le parece interesante?.

-       ¿Cuál es su meta ante la tarea?: ¿desea hacerla solo por cumplir?, ¿le importa tanto que va a concentrarse en ello para sacar lo mejor de si mismo?.

-          ¿Qué recursos materiales requiere?: ¿requiere de materiales con los que ya cuenta?, ¿requiere de materiales especiales?, ¿requiere de recursos audiovisuales pero no sabe usarlos?, ¿la va a hacer con aplicaciones que conoce bien?, ¿desea experimentar un poco?

-          ¿Qué recursos cognitivos son necesarios?: ¿tiene que leer antes de poder hacer la tarea?, ¿No entiende el tema?, ¿sabe que hacer pero no cómo hacerlo?, ¿quiere hacerlo como lo vio en un museo o la televisión?.

-          ¿Cuánto tiempo requiere?: ¿es una tarea que puede realizarse en unos cuantos minutos?, ¿requiere más tiempo?, ¿cómo va a calendarizar los avances?.

-          Si la tarea es en equipo: ¿Cuáles son los compromisos y metas de cada uno de los miembros del equipo ante la tarea?.

Al realizar la tarea, muestra dudas ¿tiene claro que hacer y cómo?, ¿sólo tiene claro que hacer pero no el cómo, o los medios para hacerlo?.

Cuándo el estudiante pida ayuda al adulto o mentor, entonces la labor se convierte en una tarea conjunta, por ende, el adulto o mentor ha de comenzar con las preguntas que guíen mejor la ejecución de ambos, pues lo peor que puede hacer es tomar la tarea como suya para evitar conflictos o pérdida de tiempo. En este caso, el adulto puede ir monitoreando más cercanamente la ejecución, pero  si se asume como experto puede eliminar pasos o bien hacer sentir al niño que no es capaz de hacer por si mismo las cosas. Es por ello que se ha de preguntar al estudiante cuál es la ayuda específica que necesita. A veces basta una explicación, mientras que en ocasiones, requiere del modelado de la acción.

Hay un punto final.  La mayoría de las veces no se tiene solamente una tarea, sino varias. En este caso, se ha de enseñar al niño a analizar la dificultad de cada una, y se sugiere que se lleve a cabo primero la tarea más difícil para que la atención se centre en ella y al final de la jornada se haga aquello que es más agradable y aunque ya se esté cansado, se haga con gusto.

Evaluar la importancia de la tarea, reviste un valor particular, ya que procura que  nada se deje para después o incluso se evite. 

Si desde pequeños se enseña a realizar las preguntas y a ir determinando los pasos que cada una de las tareas requiere, con el tiempo el estudiante las hace por si mismo, y va realizando las tareas con mucha más confianza.

En la educación superior, solía pedirles a mis alumnos que planearan mentalmente las ejecuciones y las tuvieran lo más claro posible en su cabeza antes de ejecutarlas. Con ello evitaban la frustración, la distracción y reportaban mayor satisfacción en la elaboración. Además de que los resultados eran mejores que en aquellos estudiantes que se sentaban a responder sin tener un mapa mental de lo que habían de realizar. 

Las tareas siguen al ser humano en todo momento, no se pueden evitar, pero entre más confianza ante ellas, más éxito se alcanza, con menor esfuerzo.

Referencias:

Brinck, I. and Liljenfors, R. (2012) The Developmental Origin of Metacognition. Infant and Child Development.  doi: 10.1002/icd.1749.

Carruthers, P. (2009) How we know our own minds: The relationship between mindreading and metacognition. Behavioral and Brain Science.32 (2) 121-138.

Dzib Goodin, A. (2011) Learning to learn:  cognitive point of view. Disponible en red: http://talkingaboutneurocognitionandlearning.blogspot.com/2011/10/learning-to-learn-cognitive-point-of.html.

Dzib Goodin, A. (2011) Leanring to learn: The neurocognitive vision. Disponible en red: http://talkingaboutneurocognitionandlearning.blogspot.com/2011/10/learning-to-learn-vision-neurocognitive.html

Ibañez, R. and García Madruga, JA. ( 2012) The relationship between curiosity and metacognition within an educational setting. Infancia y Aprendizaje. 35 (1) 49-60.

Zhang, LF., Sternberg, RJ., and Rayner, S. (2012) Handbook of intellectual styles: Preferences in cognition, learning and thinking. Springer Publishing Company. USA.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes, Soy una mujer de 38 años, estudio el idioma inglés, mis hijos son Juan de 10 años y Sofia de 13 años, en este proceso de descubrir quien era yo, encontré alternativas de ver la vida más serena y tranquila, y así fue como llegué con un psicólogo, quien al atenderme a mi, dio como resultado lo siguiente: ¿Porque Juan es así? tiene 10 años y su habilidad psicomotriz es de 7 años,y aunado a sus terapias me doy cuenta de situaciones que eran desapercibidas por mi, y hoy se vuelven claras. Yo Gaby, me doy cuenta que el sistema de enseñanza con el que aprendí no fué el adecuado para mi, cuando repruebo un nivel de inglés, (por eso amo la UNAM) se que debía buscar alternativas y con la tecnología es que he logrado detectar lo que es útil para mi como método de aprendizaje.
    Leyendo e investigando es como he ido resolviendo situaciones que antes serían un gran dolor de cabeza.
    Gracias.

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    1. Mil gracias Gaby por compartir tu comentario. Te voy a compartir un secreto: El gran error de la educación es pensar que todos aprenden del mismo modo y que nada cambia. Pero no puedes tener a un niño con un nivel motriz de 10 años, comparado con un niño de hace 20 o más años (que fue cuando muchas de las valoraciones motrices se desarrollaron) cuando en aquel entonces los niños tenían un lugar amplio para correr, gritar y jugar, comparado con el espacio cada vez más reducido con el que cuentan los niños actualmente. En este sentido, No puedes aprender un idioma en el aíre, tienes que practicar, intentar y sobre todo cometer errores.
      Este punto ha dado un amplio grupo de investigaciones, pues nos han hecho creer que siempre debemos buscar la excelencia, pero en realidad, el valor del error en el aprendizaje es muy grande.
      Nos da gusto que este artículo te haya servido y ojalá vuelvas a leernos!

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